Que concluir con todo esto, por supuesto que lo sabía. Había allí las ocasiones perfectas para hacer el gran elaborado plan, pero siempre había algo que protegía o resguardaba la calma, sellando con ellos esos chupones tan preciados y que anhelaban los deseos de Byakuran –él lo sabía por supuesto y no le sorprendía- todos los caminos, en el sentido de la ambiciones son aceptables. Tampoco podría decirse que fuera imposible, pues ya los tenía todos en sus manos, los que le darían el poder más eficaz que mil mafiosos con armas en manos, y la sobrevivencia de un Vendice completo.
No la cantidad, si no la prueba que le costó activar, para que estos cayeran débiles a sus pies, como de costumbre sonriendo ante sus planes realizados, como si fuera un juego infantil ganado con la mayor trampa posible, podrías llamar trampa al juego de peleas en donde tu lanzas el último movimiento que es definitivo a las demás acciones. Había doblado hacia la derecha en consejo donde caían los cuerpos de los Arcobalenos.
-Al fin… -Sonrió- Gracias por su buena voluntad –Dijo fingiendo amabilidad, sin quitar esa sonrisa llena de intenciones ocultas- Yo quiero simplemente, el mundo perfecto. –extendió los brazos, con una simple mueca de diversión en su fisonomía, que encanto era ya tener el poder que contenían esos chupones y poder usarlos con merced de su propia voluntad. Bajo los brazos hacia un costado de sus contornos bien establecidos, ni una mancha en su ropa de matiz blanco, el uniforme que solía usar en su Familia. Ni un rastro de polvo ni tierra, como si ni siquiera hubiera movido un musculo para ganar esta batalla.
Que empiece ya. A pesar de todo eso, el vacio de sus respuestas no había sido escuchado, había un solo factor que desapareció de la faz de la tierra. Uno que era perfectamente esencial para rehacer el mundo a su manera. Ansiaba la conseguida culminación, pero a sus oídos llego que aquel componente fue derrocado y echo pedazos, que pérdida de tiempo ¿no?
-Leo-kun… -Manifestó el albino, frente a la gran ventana que le daba la vista esplendida de la ciudad, con una mano en los bolsillos, y la otra jugueteando a presionar un malvavisco de sus costados. Tenía el alrededor medio tenso con su calmada actitud, el contrario lo presentía se le veía en su forma de contestar ante el llamado.
Volteo hacia este, y le dedico una sonrisa como de costumbre para comenzar a acercarse con lentitud, vacilando el dulce en sus dedos blanquecinos, se detuvo y a la vez se hecho el malvavisco al fin a su boca.
La curiosidad que sembró en el secretario aumento, y fue abastecida con las palabras que iba a soltar el albino, pero estas fueron susurradas a un tono en que solo el podría escuchar, luego de aquello sonrió como de costumbre. ¿Qué planeaba? Era la orden, para que invitara el Capo de los Vongola, ya tenía todo listo, las balas, las pistolas, los que iban a realizar el acto y su bolsa de malvaviscos que iba a ser como un aperitivo antes de la gran obra que iba a ser presenciada por sus ojos violetas.
Una perturbación momentánea cruzo la espina del secretario y mientras sonaba la musical risita de Byakuran y la mirada que la dirigía pausadamente hacia el mismo, le hizo reaccionar corriendo hacia la salida para informar y notificar la reunión que se iba a realizar ya.
Italia, Roma. 18:00 p.m.
Con un atuendo especial para la situación, camisa de color azabache con estampados de líneas de un matiz más claro que iban a dirección vertical, en los bordes de las mangas cambiaba totalmente el tono a uno blanco. Encima de esta una camiseta de textura más gruesa la coloración era blanca al igual que su pantalón, no tenia mangas y solo llegaba como fin a sus hombros. La corbata negra. Sencillamente un atuendo bastante cómodo, pero formal a la vez.
Estaba sentado en una silla con adornos plateados en sus patas y respaldo, la cuerina que tenía como soporte era alba. Tenía las piernas cruzadas y el codo cargado en un costado, mientras que su mano sostenía su mentón, estaba esperando como se puede apreciar al Vongola de la generación decima.
-Ah… Creo que me he adelantado. –comento para sí mismo, con un tono de gracia en sus palabras y seguido se levanto, pues escucho como la manilla se abría dando primera vista hacia una chica que presentaba la llegada del Capo, sonrió para sí mismo y cerró los ojos en el gesto.
Estrecho las manos con él, como un buen Capo haría con otro. Se supone que la reunión iba para hacer una alianza y dejar de lado los dramas, o bueno, esa era la intención que tenían los Vongolas, en cambio… podría decirse que para los Millefiores, era nada más que un pretexto para unirlos personalmente en este plan.
-Ne, Tsunayoshi-kun… -Inquirió, mientras que ambos tomaban una taza de té japonés, que especialmente le regalo Shouchi a Byakuran, este esperaba el momento perfecto para degustarlo. Luego de una pausa y lograr captar la atención completa del castaño, continuo- ¿No crees que este té esta especialmente exquisito? –Ladeo la cabeza, observando al contrario de manera divertida, como si solo fuera eso la finalidad de la conversación-
El ajeno se quedo callado, como si buscara alguna razón por la pregunta que genero el albino, no le quedo más que asentir hacia su afirmación.
Este sonrió y cerró los ojos. Y entonces, reconoció que ya era el momento perfecto para comenzar todo este procedimiento. Se encumbro hacia el ambiente, parándose con paciencia, el otro coloco una mueca de duda ya que aquel movimiento fue bastante curioso.
-Hay una sola respuesta para tus preguntas sobre mis metas. No quiero verme condicionado por mi entorno, quiero que mi entorno se vea condicionado por mí, Tsunayoshi-kun. –Sonrió y alzo la mano a dirección de este… Y las balas comenzaron a penetrar el cuerpo del Capo Vongola.
¿Son negocios, no?
-Hahaha…